El alcalde ya tiene su proyecto para la manzana de Rodes. Solo lo ha aprobado su partido, el PSOE, síntoma de que la propuesta genera más dudas que consenso. La oposición ha comprendido que Alcoy pierde la gran oportunidad para definir el futuro de la nueva economía y de la nueva industria a través de un proyecto moderno, innovador y transformador. Por eso no ha querido secundarlo con un voto favorable.
El proyecto que ha aprobado el PSOE es un mero ejercicio de rehabilitación de patrimonio. Pero el PSOE no sabe para qué rehabilita ese patrimonio. No tiene una finalidad, una función, lo que lo convierte en un continente sin contenido. En un cajón de sastre en el que tiene cabida cualquier ocurrencia más o menos acertada, nunca justificada: desde espacios tecnológicos a restaurante, pasando por una ludoteca o viviendas para emprendedores.
Con su proyecto aprobado en solitario, el PSOE ni siquiera ha sido capaz de cumplir los compromisos acordados con toda la corporación. Hace 3 años el plenario aprobó que el 80% de la superficie de Rodes tuviera uso tecnológico. La propuesta validada por el PSOE, con el alcalde al frente, rebaja esa cifra a menos de la mitad.
La oposición en bloque ha sido invitada de piedra en este proyecto. Puesto que no hemos tenido la oportunidad de participar en el diseño, hubiésemos deseado encontrarnos una propuesta que nos sedujera y nos ilusionara. Un proyecto que representara para Alcoy lo que el Guggenheim en Bilbao, el centro Pompidou en Málaga o CaixaFòrum en Zaragoza y Sevilla. Un proyecto, en definitiva, de los que hacen ciudad por su singularidad y por los espacios urbanos que generan.
Pero estamos ante un proyecto decepcionante. Que no hace ciudad. Que demuestra que el PSOE ni ha sabido ni sabe qué hacer con Rodes. Así lo corroboran las vueltas que ha dado para intentar sacárselo de las manos. En 2015 convocó un concurso de ideas. En 2018 se fue a Suecia en busca de un nuevo modelo. En 2019 se inventó en plena campaña una nueva infografía. Y en 2021 promovió un concurso de arquitectura basándose en la idea inicial de 2015.
Tal vaivén solo ha conseguido que los alcoyanos queden desorientados. Tanto, quizá, como muchos socialistas que comprueban que ha sido precisamente un alcalde de su partido el que ha enterrado definitivamente el que una vez fue el gran proyecto del PSOE: el auditorio. Antonio Francés no duda en criticar a anteriores dirigentes del PP por poner trabas a aquella iniciativa. Pero se erige en su principal aliado puesto que nadie más que el actual alcalde se ha encargado de certificar la defunción de aquel proyecto.
Y lo hace a través de un batiburrillo de propuestas en el que igual caben ciclos formativos en oficios de construcción que una biblioteca, el archivo municipal o una zona de café. Esta disparidad es propia de quien no tiene criterio definido, lo que resta crédito y credibilidad al proyecto. Por eso sorprende todavía más que el alcalde afirme sin rubor que los usos todavía pueden cambiar de aquí a que finalicen las obras de Rodes. El resultado de esta flagrante falta de proyecto de uso es la conversión de un enclave estratégico para la ciudad en un pastiche vulgar y mediocre, donde, insisto, cabe de todo.